sábado, 14 de mayo de 2011

CUENTO.

El olvido de Laura.
Hace más de dos años que no se nada de Laura. La echo de menos...
Llegó a mi clase un 12 de Marzo bastante lluvioso. En cuanto entró en la sala todos fueron a saludarla y le hicieron miles de preguntas.
Se hizo popular en poco tiempo, menos de una semana. Siempre tenía alguien con quien hablar, un compañero en el autobús escolar... Pero, a pesar de tantas personas entre las que elegir, se fijó en mi. No se porque pero yo le parecía especial. Al salir de clase siempre quedábamos para hacer cosas juntas, como montar en bici, ir a tomar un helado, etc.
Todavía no se porque tenía tanta popularidad, la verdad es que era diferente, por supuesto.
Vestía de una manera única. Colorida, alegre, llena de complementos. Sus conjuntos eran arriesgados, pero siempre le quedaban genial. Solo ella podía hacerlo... Por su apariencia parecía superficial, pero no lo era en absoluto. Amaba la literatura, la poesía, la historia. Sobretodo la Antigua Grecia. Era una persona bastante profunda.
Una tarde paseábamos con las bicis por la carretera. Conversábamos sobre Hera, esposa de Zeus. Sus celos eran increíbles. Me fascinaban las palabras de Laura. Era tan sabia...Una Genio de 15 años. 
Cuando dejó de hablar me fijé en su chaqueta roja, sus pantalones verdes y su camisa azul ajustada. Como siempre ella iba perfecta. 
No se ni como ni que pasó.
Tenía ganas de ir al baño y entré en un hostal. Tardé poco, pero cuando volví, Laura ya no estaba allí.
La llamé varias veces, no respondió. Me asusté. Corrí por los alrededores para ver si se había escondido. No era así. Estuve dos horas dando vueltas por el hostal, llamándola y, ya cansada, me senté al borde de la áspera carretera y esperé en silencio intentando no llorar. Cuando estaba oscureciendo me subí en la bici y volví a casa.
Al día siguiente la esperé en clase y no vino. Mis compañeros ni se inmutaron. Normalmente cuando ella no venía se sentían extraños y a la hora del recreo todos sacaban sus móviles y la llamaban para preguntarle que le había pasado y como estaba. Pero eso no ocurrió ese día ni los siguientes.
Los meses fueron pasando y ella no volvió. La gente seguía con su ritmo normal, sin que se le pasara por la cabeza lo que a mi me estaba carcomiendo el cerebro.
¿Ya se habían olvidado de ella?
Era imposible, ilógico. Ni siquiera comentaban nada. Los profesores, al pasar lista para ver quien faltaba, ni siquiera decían “¿Laura Torres?”. El nombre no figuraba en la lista.
Pensé que era una cámara oculta, que todos me tomaban el pelo. Con el tiempo comprendí que no.
Ya no podía aguantar más y pregunté a una amiga:
-¿Sabes algo de Laura?
-¿Laura? ¿Quién es Laura?
No volví a hablar nunca sobre ella. Nadie pronunció ese nombre tan familiar para mi y tan desconocido para ellos nunca más.
Al final lo acabé aceptando. Laura había pasado por nuestras vidas como un tren en marcha. Supe que no la iba a volver a ver. Jamás.

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